21 nov 2007

Es sólo una historia más

El se sentó junto a ella, lentamente sin decir nada, encendió con aparente calma un cigarrillo, ella notó una sacudida en el estómago y percibió que detrás de esa calma se avecinaba la gran tormenta, grande y definitiva. Se aferraba a insólitas probabilidades y justificaciones que nunca escucharía, por unos instantes, que parecieron eternos, se agolpaban en su mente toda clase de emociones y no podía respirar y, él, no dijo nada.

Su silencio era cada vez más ensordecedor y aturdía su razón al borde de la locura, no podía pensar y de pronto un escalofrío dio paso al único instante de lucidez que tendría en mucho tiempo. Sabía lo que tenía que hacer, sabía lo que tenía que decir pero no podía, no quería, aquello ya lo había vivido antes, siempre es lo mismo, igual, una maldita espiral que se repite porque era ella y su forma de ser quien lo vivía. Tuvo que dejar que su corazón se helara lo suficiente como para poder decir adiós y él, no dijo nada…grabó en su mente aquella imagen y todas las heridas empezaron a sangrar como si fuera una, solo pudo levantarse y respirar, solo pudo mirarle a los ojos durante un instante, de haberlo prolongado no habría podido salir de allí.

Sólo una lágrima redonda y perfecta dejaba una húmeda estela tras de sí hasta que llegó a la comisura de sus labios pero, él, seguía sin decir nada. Ella decidió que esa lágrima era suya, le pertenecía y le dio el último beso exactamente donde se había detenido, era todo su dolor concentrado en aquel minúsculo fluido y él, no dijo nada. Sin mirar atrás cerró la puerta, esa vieja puerta tan familiar, tan pesada, su puerta, la misma puerta.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre he poseído la extraña capacidad de verme reflejada en las historias:vivencias personales de otros, películas, canciones...
Hoy mediante tu expresión,en la forma de contarlo, gracias por saberlo hacer y conseguir remover mis emociones.Lambdax.

Pilu dijo...
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