10 abr 2007

Cuando empecé este blog, pensé que debía ser diferente, no me gustaba la idea de hacer públicas mis emociones o simplemente alguna que otra reflexión que solo dejarían al descubierto mis debilidades e inseguridades, probablemente, porque nuestra necesidad de comunicarnos, sea como sea, es más fuerte cuando te sientes mal y además solo sería una repetición absurda de las vivencias por las que pasa todo el mundo, sobre las que yo no tengo exclusividad. Ahora que todo parece ir bien, de hecho todo va muy bien, pienso de forma distinta, quizá he ganado seguridad en mi misma, quizá siempre estuvo ahí y alguien me la arrebató, quizá yo no era tan fuerte como creía y me la dejé quitar, sea como fuere ahora da igual, ya se quién soy y no me da vergüenza en absoluto reconocer mis errores, atreverme a abrir la puerta y que puedan salir todas esas “imperfecciones” siempre tan subjetivas, ¿soy como soy o soy lo que tu crees que soy?, esa es la pregunta a la que por fin he encontrado respuesta, ya no me importa quién me tiene que juzgar, para quien soy buena o mala, quien me quiere o quien no y es posible que lo que siempre he creído “absurdas reflexiones” me acerquen mucho más a la gente que quiero y que me quiere, que se cree un vínculo mucho más fuerte del que ya hay porque queremos lo que conocemos y nos asusta o produce desconfianza lo contrario. A pesar de mi aparente extroversión, demasiadas personas que me importan piensan que no me abro de verdad y una vez más ese molesto pudor es el que te manipula y es de lo que ahora me deshago. Puede que empiece a escribir, puede que mañana no piense lo mismo pero ese es mi triunfo, la libertad que me autoconcedo a cambiar de opinión, a ser inestable, a enfadarme y pedir perdón a los cinco minutos, a ser sincera o no contarlo todo, a creer o no a comprender mi esencia variable y sobre todo a que tu hagas lo mismo... o no.